Los dejaron como a la guayabera
Ya son 15 meses lo que llevan en Caracas, los han paseado por la Plaza Andrés Eloy Blanco, mejor conocida como la Lina Ron, Plaza Las Mercedes en el bulevar Panteón y ahora se les ve en la Plaza Juan Pedro López, detrás del Banco Central de Venezuela.
Son más de 600 hombres y mujeres y todos superan los 50 años, algunos rayan los 80 y otros hasta más. Quien les iba a decir que en esa etapa de su vida estarían en la calle reclamando un dinero que trabajaron y que aunque se bajaron los fondos, se firmaron papeles y se vociferó la reivindicación, nunca se adjudicó en sus cuentas.
Esta historia empieza mucho antes del ahora, es de los días de la Exxon Mobil en Venezuela, todos fueron trabajadores de esta transnacional y tras su salida del país hubo un convenio entre Pdvsa, el Ministerio del Trabajo y la Presidencia para pagar a cada uno de los empleados que desde ese momento pasarían a ser responsabilidad del Estado.
Todo iba muy bien hasta el momento de los dichosos convenios, muchas de estas personas aseguran que la Exxon pagó al Estado el dinero que por derecho a ellos les corresponde, incluso los pagos empezaron a realizarse, primero a las altas gerencias, algunos sindicalistas y líderes quienes además recibieron contratos con Pdvsa hasta el 2036, pero después nada de nada, la clase obrera, los que no tienen voz ni quien los quiera escuchar, se quedaron como la guayabera y son más de 9mil. Con el cuento de nunca acabar: “el mes que viene les cae la plata” les dieron largas, a ver si se olvidan o dejan la cosa así, ya van más 15 años en ese ir y venir, preguntando y nada que les pagan. Aseveran también que en el año 2012 Chávez anunció que la Exxon entregó los recursos para sus pagos, pero a ellos no han visto ni un bolívar de eso.
Con todo el proceso hiperinflacionario que ha vivido el país, especialmente en los últimos años, la suma que ellos aspiran recibir debe ser cancelada en dólares, y es tanto dinero que no se atreven a dar una cifra en concreto, por cuestiones de seguridad pues.
Entre cartones, potes de agua, trapos y bolsos se les ve, esperando, en protesta pacífica, en sus caras hay ansias de revancha, mirada cansada y ojos tristes, pero su voz está viva, cada uno de ellos tiene mucho para decir, casi dos horas los escuché, vienen de 6 estados del país: Guárico, Sucre, Delta Amacuro, Anzoátegui, Bolívar y Monagas, se instalaron como último recurso aquí a la capital, que los recibe con ferocidad, con su ruido, con sus carros y gente apurada, gente que se hace la vista gorda y aunque los ven allí en esa condición, piensan que ya tienen bastantes problemas en sus vidas para buscarse otro.
En sus estómagos nada, suerte tienen si un día comen una o dos veces, hay quienes llegaron pesando 80 kilos y ahora rondan los 50, eran las 4 de la tarde y muchos me contaron que aún no habían comido, algunos “un camburito” que se encontraron en la basura, otros una yuca que recogieron del mercado de los domingos, pues para allá van muchos a buscar desperdicios, un tomate medio podrido o montecito para echarle a una sopita.
Por esos pasillos todavía no se pasea ningún ministro, ningún alcalde, ningún diputado o constituyentista, mucho menos alguien de la presidencia, solamente un operativo de salud sin medicinas del IVSS social, pero si rondan la desnutrición, la hipertensión, las hernias, la diabetes, la artritis, los dolores de columna, la lluvia, el frio, el cansancio, los llantos de hombres y mujeres que ya no tienen chinchorros con noches estrelladas, grillos y calor de pueblo, ahora y mientras les paguen sus realitos, duermen en un cartón en el piso, arropados con sábanas curtidas y pendientes de lo poco que les queda, porque al fin de cuentas están en la calle.
A veces los consejos comunales les regalan unas cinco cajas de clap, pero no duran ni un día, son muchas bocas para alimentar y todos tienen hambre, por eso en la basura está el rebusque. Para cocinar se van a la quebrada, que está como a seis cuadras, para ir al baño es otra historia, entre los rincones de la plaza se acumula la suciedad, las moscas y los olores. Para bañarse optan por un trapo mojado que se rozan por el cuerpo y una perolita con la que se echan agua en la cabeza mientras están medio vestidos.
Para matar el rato se las inventan, como buenos orientales se arman las partidas truco, otros le dan la vuelta al mal tiempo, hacen plantilla de cartón para ponerle a las cholas, se sientan a leer el periódico de hace dos meses, juegan dominó, hacen círculos para prender la conversa, y unos menos dispuestos se acuestan a dormir, esperando un golpe de suerte, a ver si alguien los despierta con la buena noticia o si abren los ojos en su cama después de un mal sueño.
Algo debe pasar, pues como ya se dijo, van 15 meses de espera en la plaza, aparte de los años que ya tienen, mientras tanto Maduro se lanza decretos con plata para el deporte y cuanta cosa se le ocurra.